En realidad ya regresé de la playa. Fui a la boda de un buen amigo, un tipo que hace ya muchos años me dio mi primera oportunidad laboral seria y al que he visto cómo su relación lo ha transformado, para bien espero.
Total que la fiesta fue en Acapulco, alguno de mis cuatro lectores ya sabrán lo que significó ese viaje desde antes de realizarlo. Al final, puede decir que salí con saldo positivo, con muchas cosas en la cabeza y en bronceado en-vi-dia-ble!
También pude tomar nota de muchas de las cosas que odio de Acapulco
Enlisto algunas:
-La señora gorda en la alberca. No es su sobrepeso el que me causa conflicto, es el hecho de que vaya por la alberca, alzando los brazos y pidiendo permiso para pasar entre quienes tienen la osadía de nadar ahí pues ella sostiene una quesadilla en una mano y una chela en la otra. Grotesco.
-Los speedos. El simple traje ya es aberrante pero permitir que alguien lo use fuera del área de la alberca o de la playa debería ser delito. Más aún, que el fulano en cuestión tenga el valor de ir así a Walmart... indescriptible.
-Los picnis playeros. Chale... No se trata de llevar provisiones a la playa... nooooooooo, la familia tiene que cargar con el pan bimbo, la mayonesa, la lata de rajas y el kilo de jamón porque sale más barato que comer en el hotel. Chale.
-La poca disposición de los científicos alrededor del mundo por crear 'algo' que detecte la orina en las albercas. ¿Soy yo? ¿Ustedes se meterían a nadar en una alberca que ha estado colonizada por 15 niños a los que nunca han visto salir del agua? La ciencia no está haciendo bien las cosas.
-El 'all inclusive' de algunos hoteles. El gancho es magnífico pero la realidad es triste. Cuando uno ve lo que se está tomando dan ganas de comprar su propia botella. En verdad, estoy seguro que el ron lo hacen ellos mismos.
-Internet. ¿Qué pasa con los hoteles mexicanos que no han entendido la necesidad de estar permanente conectado? No hay acceso, ni siquiera pagando. Para poderme conectar tengo que ir al lobby, que está a 15 min, de subida, de mi cuarto. ¿Es muy difícil sumarse a la ola tecnológica mundial?
Ya, me desahogué por ahora.