Ya empezó la psicosis por el álbum del Mundial.
En Twitter ya se hacen pactos de intercambio de estampas y en la redacción comienzan las intrigas por conocer quién lo logrará llenar primero.
Yo no me mantuve ajeno, compré el mío y un buen número de sobrecitos pero, por alguna extraña razón, en esta ocasión no tengo tanto furor como para pasar dos horas pegando laminitas. De cualquier modo aspiro a completarlo antes de que la Selección enfrente a Sudáfrica en el primer partido del campeonato.
Por lo demás han sido un par de meses bastante moviditos. Muchos viajes, mucho trabajo, mucha fiesta y mucha diversión, aunado a una persona que me ha traido en la luna desde hace tiempo y que me ha hecho divertirme como hacía mucho tiempo no sucedía.
El resto, por si a alguien le interesa, sigue más o menos igual; es decir, los Pumas siguen causando más angustias que alegrías, el Real Madrid aún no entiende que con base en billetazos no logrará frenar al Barcelona; los papás de Mara siguen siendo primos y la gente a la que odio, que no son pocos, siguen siendo odiados.